Sala 106 cama 2, sala 101 cama 5, sala 105 cama 13, sala 202 cama 7, sala 210 cama 11, sala 104 cama 3...

7.13.2010

El perro

Esto es real. Esta es mi casa, solo un cuarto, no hay escaleras, no hay techos que se llueven ni ese desorden de trapos y cacharros mojados y colchones con moho que antes había visto. Esto es La Realidad, lo que afortunadamente hace valer como sueño a las etapas anteriores.

En algún momento el cuento tiene que empezar, y si bien quizás debería investigar más, elijo el medio día de hoy con la alerta de que puede haber sido esta mañana, o hace varios días, o incluso antes de mi nacimiento. Es confuso e impreciso, no podría describir detalles como distancias, hora, tiempo transcurrido; se que en algún momento me saqué las botas dejándolas a los pies de la cama, solté el celular en la mesita de luz y me arrolle bajo las frazadas.

Importa poco si llegué o no a conciliar el sueño; en este caso dormir y despertar son solo rótulos del hecho de cerrar los ojos y levantarse. El tiempo transcurría verticalmente: dejar las botas, el celular, acurrucarme, cuentas vencidas, un examen que se acerca, ropa para lavar, un semáforo en amarilla, un gato en un balcón, un paraguas muerto en un acantilado, ruido a lluvia. Transversales, las gotas paulatinamente iban mojando mi cara hasta lograr abrir mis ojos que se encontraron en una habitación con una ventana rota en el techo. Era extraño, no era mi casa y sin embargo había una escalera que baja a ella. Me calcé y corrí a trasladar el colchón húmedo para no seguirlo estropeando, y continúe con los demás objetos, la mayoría cacharros, que no recordaba haber visto nunca.

Llamé con el celular a Andres; no recordaba ninguna habitación y volvía tarde, luego resolveríamos, ahora debía acostarme a dormir. Nuevamente dejé las botas al costado de la cama, el celular en la mesita de luz; esta vez sí era nuestro cuarto, la ventana en la pared lateral, con persiana cerrada, el ropero de siempre. Cierro los ojos y silencio, silencio, un grito lejano, silencio y gritos cada vez mas fuerte, cada vez mas cerca, tuve que salir a ver que pasaba. Me calcé, y tome el celular, y salí a la vereda. Dos hombres corpulentos trataban de golpearse, mientras varios perros se inmiscuían queriendo participar de la pelea. Fui una mas de las que quise separar, resultando de ésto que mi billetera fue robada de mi bolsillo y que mi celular fue mordido por uno de los perros, dejando marcas visibles y palpables en la pantalla. Con rabia, queriendo que todo fuera un sueño, volví a entrar a mi casa. El colchón mohoso y los cacharros todavía seguían, pero ya no veía ninguna escalera que condujera a alguna habitación.

No puede ser un sueño a medias, pensé, es sabido que si uno se duerme en un sueño luego se despierta en la realidad. Convencida, dejé mis botas a los pies de la cama, el celular roto en la mesita de luz, y me acurruqué por 3ra vez bajo las frazadas. No demoré mucho en despertar, y recorrí la casa. Mi billetera estaba en mi campera y la casa seguía teniendo un solo cuarto, pero mi celular tenía la pantalla todavía rota y los cacharros seguían. Pasé un rato ordenándolos, quizás Andŕes los había traido y yo, confundida por el sueño, no lo recordaba. Me pareció una idea sensata y estaba tranquila, hasta que quise calzarme. Mis botas, no estaban a los pies de la cama; en vez de eso había unos zapatos de taco, 3 talles más grandes, que no me pertenecían.

Decidí acostarme nuevamente. Todo debía ser un sueño, en algún momento Andrés llegaría y me despertaría de verdad. Creo que esta vez si pasó el tiempo, porque cuando abrí los ojos otra vez, ya estaba Andrés al lado mio y por las rendijas de la persiana ya no se veía luz. Me puse, esta vez, los championes que había dejado a los pies de la cama. Las botas que antes había usado, ya no las reconocía como mias. Recorrí la casa: no había escaleras, no había colchones mohosos ni cacharros; por fin había despertado, esta si era la realidad y Andrés escuchaba los detalles de mi sueño tranquilizándome.


Pensé en escribirlo, un sueño de este tipo debería ser recordado. Estoy sentada en la computadora, escribiendo, en mi mundo coherente y ordenado. Algo me interrumpe, una respiración agitada, mi nombre sonando como un reproche, dale veni, dónde estas Andrés, en el cuarto, que pasó, es que no se si habías visto, si había visto qué, tu celular, que pasa como mi celular, tiene la pantalla rota.

No hay comentarios.: